Mapa de los sonidos de Madrid

Que me perdone mi muy querida Isabel Coixet por haberle usurpado el titulo de su película (Mapa de los sonidos de Tokio), pero no encontré otro más oportuno para determinar este viaje que hizo Ariel Rot, en empresa de Christina Rosenvinge, por el universo musical de Madrid (Un país para escucharlo, La 2). En los informativos de la tele nos enseñan otras melodías de la villa y corte. Estos días, rumor de togas, remolinos de acusados en banquillos, golpes de mazo judicial, prosaica orquestina de tribunales. No es música, es ruido. Lo de Rot, es arte.

Circulando por el Madrid de los Austrias se encontró con Vetusta Morla, la irredenta banda indie. En Lavapiés, con Carolina A lo largo de y los Axolotes Mexicanos. En Prado del Rey, Radio 3, Rot ha pillado una guitarra y se puesto a contrapuntear a la artista Zahara, que desgranaba aquel especial pero espectacular tema de la serie Narcos que empieza diciendo: «Soy el fuego que arde tu piel / soy el agua que aniquila tu sed», y que ha popularizado Rodrigo Amarante. En Malasaña se ha topado con Leiva, un musico singular que solo toca guitarras construidas en los años 60 porque todas las otras le parecen cajas de madera sin alma. Pero fué en el Madrid galdosiano, en el Café Berlín de la calle Costanilla de los Ángeles, donde tuvo el repunte más despierto y fantástico. Ahí le esperaba el combo Depedro y Los Coronas, un ensemble singular, un cóctel de acústicas, trompeta y acordeón, y Julio Zavala cantando «Si en algún momento hui de mi vida contigo, perdóname cariño, se encontraba distraído». O sea, como aquello que le cantaba a Dalida el desventurado Luigi Tenco antes de suicidarse: «Mi sono innamorato di te, perché non avevo niente proporciona fare». ¡Ah!

Decían estos músicos, despues de interpretar un blues de manera magistral: «Cuando vamos a Novedosa Orleans aterrizamos en el campo de aviación Louis Armstrong. En España acabaremos aterrizando en algún campo de aviación llamado Jesús Gil el día menos pensado». Temor fundado. Aquí a las calles, a los espacios públicos, no les ponemos nombres de músicos inmortales; aquí los bautizamos con selectos apellidos de señores de la guerra, o de la fauna choricera más vergonzante. En este programa de La 2, que es un oasis, recalaron el martes 276.000 almas. O sea, un 1,7% de cuota de pantalla. Pienso que la audiencia deberíamos reflexionarlo.

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